martes, 4 de marzo de 2008

4 de Marzo 2008

Gracias a los F18 de los Blue Angels, la patrulla acrobática de la US Navy, cada vez más gente puede experimentar lo que significa soportar hasta 9 G’s en su propio cuerpo. ¡Y nosotros verlo!

Todos estamos sometidos diariamente a aceleraciones y fuerzas de diversas magnitudes, que actúan sobre nuestros cuerpos en diferentes situaciones: la propia fuerza de la gravedad, una vuelta en una montaña rusa, un frenazo en el coche, una caída… una manera práctica de expresar la magnitud de todas estas fuerzas es en múltiplos de la aceleración provocada por la fuerza de la gravedad (1 G = 9,8 m/s2).

Así, el peso que marca la balanza cuando nos pesamos es la fuerza que genera nuestra masa a 1 G. Si la gravedad actuara sobre nosotros con 2 G, la báscula marcaría el doble (o al revés, en la Luna todos sabemos lo que pasa con una gravedad que es sólo de 0,16 G).

Si en situaciones normales las aceleraciones que recibimos no pasan de 1 o 2 G’s, las fuerzas que actúan cuando un avión hace una trepada o un viraje táctico a alta velocidad son descomunales, empujando al piloto hacia el exterior del giro, y llegan a tener valores de 7, 8 e incluso 9 G’s !!! (esto significa que, en esa hipotética báscula, un piloto de 90 Kg. pesaría 810 Kg., 9 veces su peso, y por supuesto el esfuerzo requerido para mover un brazo, una pierna o la cabeza también crecería proporcionalmente…)

El problema viene cuando esa fuerza se alinea verticalmente con el cuerpo del piloto, de forma que impulsa la sangre del piloto desde la cabeza hacia la parte baja del cuerpo. Por ejemplo, supongamos un caza que vuela a 650 Km/h y el piloto, de forma brusca, tira del stick para iniciar una trepada a la vertical. El piloto va sujeto por un arnés y se mueve solidario con su asiento y con el avión, pero dentro de él, su sangre se desplaza impulsada por ésta enorme fuerza, sacándola de la cabeza y enviándola literalmente al torso y parte baja del cuerpo.

Es en estos casos cuando el corazón no es capaz de bombear la sangre en sentido opuesto al de la aceleración con la suficiente fuerza para vencerla y retornarla al cerebro. Esta falta de riego sanguíneo genera una serie de efectos fisiológicos, que empiezan con la “visión en túnel” y terminan en la pérdida momentánea de consciencia del piloto (de la que normalmente se recupera de forma instantánea una vez desaparecen las G’s a las que se ha visto sometido).

Existen varias técnicas para intentar contrarestar este efecto, aunque la táctica más efectiva consiste en ser bajito y tener la tensión alta.

En este vídeo podemos ver lo que ocurre en la práctica, en la persona de un piloto naval que recibe un “paseo” a bordo de un F18.

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